Por Marina Colombo
¡Hola! Estoy muy emocionada porque hoy siento en mi corazón el deseo de compartir contigo los milagros que Jesús me regaló en la última parada del tour «Un viaje sin distancia», una aventura de sanación muy profunda que finalizó en Argentina con un regalo que jamás habría podido imaginar y en la que sentí que Jesús me llevó a los confines más remotos de mi mente para que pudiera experimentar el Amor de Dios dentro de mi corazón.
Durante la semana que pasé en Buenos Aires sentí que mi visión se transformó. Jesús cambió mi percepción y me mostró que cuando me curo no soy el único que se cura.
Y quiero compartirte los milagros que experimenté con la intención de recordar que al seguir Su guía podemos confiar que todos los aspectos de nuestra vida están siendo cuidados por Su Amor.
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Este hermoso viaje inició con una poderosa señal del Espíritu.
Este cartel fue una de las primeras cosas que vi al salir del aeropuerto de Buenos Aires. En cuanto lo vi, sentí que algo milagroso estaba ocurriendo. No sabía qué se iba a presentar, pero intuía que iba a recibir mucho amor.
A diferencia de las otras ciudades que visité, en Buenos Aires no tenía programados encuentros ni eventos. Antes del viaje, un hombre me contactó y me ofreció cubrir los costos de los tiquetes a Argentina. Me dijo que era completamente libre de hacer lo que quisiera con mi tiempo, que todo dependía de lo que el Espíritu tuviera planeado para mí.
Recuerdo que me sorprendió muchísimo su ofrecimiento y sentí que el Espíritu lo estaba usando para mostrarme que había llegado el momento de ir a Argentina, después de varios años sin visitar el país donde vive mi familia.
Contacté a varias personas con la intención de explorar la idea de organizar encuentros, pero nada se concretó, así que simplemente decidí dejarme llevar y esperar con paciencia a que Jesús me mostrara Su plan.
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Mis padres me recibieron con mucho amor. Me recogieron en el aeropuerto, nos abrazamos y me llevaron a su casa, donde tuvimos una hermosa cena en la que también estuvo mi hermana. Me consintieron con símbolos de amor, como las empanaditas salteñas que ellos saben que disfruto.
Cuando terminamos de cenar, mi padre se acercó a mi hermana y a mí. Nos dijo que tenía que darnos una noticia: dos días atrás, le habían diagnosticado cáncer en un ojo.
Para el juicio del ego, la situación podría verse como una «desgracia». Sin embargo, en ese instante yo solo pude sentir una enorme gratitud. Sentí a Jesús en mi corazón y le agradecí por la perfección de Su plan. Sabía que no era casualidad que yo estuviese allí, justo dos días después del diagnóstico.
Mi padre también nos contó que al día siguiente debía realizarse unos análisis médicos para confirmar el estado del cáncer y que existía la posibilidad de «perder» un ojo. Nos dijo que lamentaba darnos esa noticia y que creía que era víctima de «la mala suerte».
Apenas dijo esto, de mi boca salió: «Quizás no sea mala suerte». Y luego, él me preguntó: «¿Y entonces qué es?».
En ese instante mi mente se quedó en blanco. Llegó un silencio muy profundo y pude sentir mucho amor en mi corazón, me sentí muy conectada a mi padre. Solo pude decirle que lo amaba. Y él me sonrió. No fueron necesarias más palabras. El amor derritió la tensión.
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Al día siguiente, mi padre acudió a la cita para realizarse los exámenes médicos. Aunque no fui con él físicamente, lo acompañé en mi mente. Mientras él estaba en la clínica, sentí una fuerza muy poderosa que me llevó a meditar y adentrarme profundamente en mi corazón.
Estuve una hora con mi padre en mi mente, sintiendo todo el amor y la fortaleza de Dios dentro de mi corazón. Oré sintiéndome conectada con él, haciéndole saber que es amado, que no estaba solo, que Dios y yo estábamos con él.
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La noche siguiente recibí otro regalo maravilloso. Mientras cenábamos con toda la familia sentí contarles que los momentos más difíciles de mi vida fueron los que me llevaron a caer de rodillas y reconocer que necesitaba ayuda.
Les dije que en uno de los momentos más oscuros, cuando sentía que ya no podía más, le oré a Dios con todo el corazón y le pedí que, sí existía, me mostrara que estaba conmigo. Les dije que después de eso sentí una fuerza más grande que la mía y, que esa fuerza, que era la fuerza de la luz de Dios, me sacó de la oscuridad. Encontrar esa presencia en mi interior ha sido el regalo más grande de mi vida.
Y luego mi padre dijo: «Sí, tienes razón». Esa simple respuesta me sorprendió. Era la primera vez que mi padre y yo teníamos una conversación en la que sentí que nos uníamos en la Verdad.
Antes de eso, sentía que él jamás había podido escuchar absolutamente nada de lo que yo decía en relación con Dios, Jesús o mi camino espiritual, y ahora mi padre me decía que estaba de acuerdo conmigo, que se sentía feliz por el camino que yo había tomado y que estaba agradecido por mi presencia allí durante esa semana.
En mi mente le agradecí a Jesús por este regalo porque me di cuenta que había respondido a la oración que le hice cinco años atrás, cuando le entregué a mi familia para irme a vivir a la comunidad de Living Miracles en México, que para mí es un símbolo de devoción a Dios. Sentí que Jesús me estaba devolviendo a mi familia completamente transformada. Me estaba mostrando que mi percepción estaba sanando.
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En los días siguientes también tuve la oportunidad de sentirme muy conectada con mi madre. Ella hace parte de un grupo de estudios de Un curso de milagros y me invitó a participar con una charla en una de las sesiones con su grupo.
La sesión giró en torno a la verdadera empatía. Compartí algunas experiencias sobre lo que significa unirnos en la verdad y negarnos a entender el sufrimiento, y como reflejo, sentí que vino mucho amor hacía mí. Algunos de los asistentes lloraron y me dijeron que pudieron sentir que algo se estaba liberando dentro de ellos. Una mujer compartió que estaba atravesando una situación con su madre y que la sesión le ayudó a ver las cosas de otra manera.
Mi madre estaba muy feliz. No paraba de decirme que el encuentro había sido milagroso para ella, que no podía creer todo el amor que había experimentado. Y yo me sentí muy agradecida con ella y con este camino. Esa noche me fui a dormir con la sensación de estar flotando en el Amor de Dios.
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Esa sensación permaneció conmigo al día siguiente, cuando me encontré con el hombre que se ofreció a cubrir los costos de los tiquetes para viajar a Buenos Aires. Fuimos a almorzar con su madre y su hermana, quien inicialmente nos dijo que no podía acompañarnos, pero algo ocurrió y logró llegar a la cita.
Fue perfecto porque ella nos contó que se está empezando a abrir al camino espiritual y yo me sentí inspirada a compartir algunas anécdotas de lo que ha sido mi propio camino.
Al final del almuerzo ella nos dijo que se sentía dichosa. Me empezó a seguir en las redes sociales y me envió un mensaje en el que me dijo que en nuestra conversación había encontrado paz y muchas respuestas. Y yo solo pude decir: «Gracias Jesús, esto está siendo muy milagroso».
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Luego tuve la oportunidad de participar en un encuentro que organizó en menos de una semana con una amiga del señor que con tanto amor había comprado el tiquete para ir a Argentina. Para llegar al lugar del evento tuvimos que atravesar en auto todo Buenos Aires. Ese recorrido se sintió para mí como un tour por toda la ciudad al que Jesús me invitó para que pudiera ver desde otro lugar las imágenes del pasado. De nuevo, me estaba llevando a todos los rincones de mi mente.
El encuentro se sintió hermoso. Nos unimos para hablar del perdón y de lo que significa practicarlo.
Además, sentí que al final vino mucho amor hacia mí, en forma de donaciones. Primero, un hombre se sintió inspirado a donarme una suma considerable, luego otro aportó la misma suma y eso motivó a más personas. En mi corazón sentí que este era un símbolo del Amor de Dios y que de esta manera Él me decía: «Te amo. Gracias por todo lo que has dado».
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Ese mismo día, en la noche, tuvimos un hermoso asado, uno de los planes favoritos de mi padre. Se sintió como una gran celebración.
Mi madre y mi hermana me dijeron que sentían que mi visita les había traído mucho amor. Y en mi mente solo podía pensar: «Pero si fueron ustedes los que me dieron todo».
Luego mi padre se me acercó y me dijo que se sentía muy agradecido por el tiempo que pase con ellos, que nuestras conversaciones le habían dado mucha paz y que se sentían como un regalo para él.
Sus palabras, que fueron para mí un reflejo del amor, me sirvieron para reconocer lo importante que es sostener el propósito en la mente. El Espíritu puede reinterpretar todas las situaciones cuando recordamos que el único propósito es sanar la mente y recordar a Dios en nuestro interior.
Siento que realmente vi la perfección y la bendición de todo. Esta situación estaba llevando a mi padre a buscar a Dios en su interior y a una conexión más profunda y sincera con mi mamá, mi hermana y conmigo. Al reconocer que no puedo juzgar nada, pude ver la situación de «enfermedad» de mi padre como un llamado a dejar ir las defensas al amor, abrirnos a la intimidad y la conexión. Bajo esa perspectiva todo tiene sentido.
¡Gracias Jesús por permitirme dar el regalo de la paz, del amor y de la verdadera empatía! ¡Gracias por mostrarme que cuando me curo no soy la única que se cura!
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«Y según te dejas curar, te das cuenta de que junto contigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. Tal vez no los reconozcas a todos ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permites que la curación venga a ti. Más no te curas solo. Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas».
UCDM, E-137.10
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Y los milagros experimentados relacionados a esta situación no terminaron cuando me fui de Argentina. Al regresar a México mis padres me llamaron para contarme que la noche anterior, antes de irse a dormir, por primera vez en sus vidas se habían unido para orar.
Fue una hermosa sorpresa. Sentí tanto amor en mi corazón al saber que, no solamente mi padre había empezado a orar, sino que también, se estaba uniendo a mi madre en este propósito. Le estaban orando a Dios y a María.
Además, me contaron que mi padre estaba sintiendo mucha fortaleza entre todas sus visitas a los médicos, quienes finalmente habían llegado a la conclusión de que era necesario hacer una cirugía para extraer un ojo.
En un momento mi padre se lamentó ante la idea de que, si la enfermedad se hubiese descubierto antes, quizás habría podido «salvar» el ojo. Ahí le dije que absolutamente nada habría podido suceder de manera diferente y que era mejor poner atención en reconocer que todo se había organizado de forma milagrosa, para que yo pudiera estar a su lado justo la semana en la que necesitaba tomar decisiones, para que pudiera estar en paz y en oración. Con esas palabras traté de decirle que la paz estaba en reconocer el milagro, y no mirar atrás.
Mi padre aceptó el mensaje y reconoció que enfocarse en lo que pudo haber sido diferente, no le iba a dar felicidad. Y en ese momento nos unimos nuevamente en el reconocimiento de la Verdad.
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Una semana después mi padre entró a cirugía. Horas antes de la operación nos comunicamos por videollamada y fue hermoso verlo con tanta paz.
Me sentí muy agradecida por esta percepción, sin embargo, un pensamiento llegó a mi mente: la idea de que si mi padre pudiera abrir su corazón y expresar la carga de su dolor, quizás se podría dar una sanación física que podría evitar la operación. Ese pensamiento me llevó a la oración. Me di cuenta de que había una falta de aceptación y que algo necesitaba ser sanado en mi mente.
La respuesta a esa oración llegó un par de días después, durante una sesión con David Hoffmeister, en la que yo traduje la respuesta que él le dio a una mujer que le escribió porque no sabía cómo afrontar la enfermedad de su padre.
Sentí que la respuesta estaba dirigida a mí. Mientras escuchaba a David y traducía su respuesta, sentí que Jesús me estaba diciendo que la sanación debe ocurrir en la mente de quien percibe, es decir, que yo era quien necesitaba limpiar el filtro con el que estaba percibiendo y darme cuenta de que todo es perfecto tal y cómo es.
También me ayudó a reconocer que es mi responsabilidad liberar la culpa en mi mente, ¡Siempre es mi lección! y en toda circunstancia, negarme a comprender el sufrimiento, tal como lo hace el Espíritu, quien siempre pasa por alto el error.
Me di cuenta que Jesús me está llamando a llevar todas las percepciones de regreso a mi mente, y darme cuenta que en todo momento soy yo quien necesita liberar el ego para aceptar que soy el soñador del sueño. Cuando esto ocurre solo es posible sentir amor, porque ya no se usan los ojos del cuerpo para ver, sólo el corazón.
Fue una experiencia de reconocimiento y amor muy profunda. Un llamado a ver más allá del cuerpo y a perdonar creencias falsas para dar el regalo de la visión de Cristo. ¡Cuanto amor se experimenta cuando vemos todo desde Su interpretación!
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«Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo. La bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora. No necesito más que dirigirme a Él y todo pesar desaparece conforme acepto Su infinito Amor por mí. No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó». UCDM, E-207
«La paz de Dios refulge en mí ahora. Permaneceré muy quedo y dejaré que la tierra se aquiete junto conmigo. Y en esa quietud hallaremos la paz de Dios. Está dentro de mi corazón, el cual da testimonio de Dios Mismo. No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó». UCDM, E-208
«Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora. El Amor de Dios es lo que me creó. El Amor de Dios es todo lo que Soy. El Amor de Dios proclamó que yo soy Su Hijo. El Amor de Dios dentro de mí es mi liberación. No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó». UCDM, E-209
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¡Bendiciones de amor! 💛
Marina Gracias !!! Encontre tu bello relato como un balsamo para mi alma, el Espiritu Santo lo hizo para mi, todo es perfecto, un fuerte abrazo desde Colombia !
Bendiciones Marina por compartir una experiencia tan milagrosa llena de tanto Amor
Yo estuve en esa reunión con Hebe y Miguel con otras personas que fue un regalo para mi Alma tus palabras guiadas por Jesús
Es así el Amor de Dios nos nutre para expandirlo entre nuestros hermanos 🥰
Gracias Marina por compartir tan bello testimonio en tus palabras el Espíritu Santo me ha hablado y estoy tan agardecida por recibir su amor a través de ti..🙋🏻♀️🧡
Gracias Marina, recibo tu mensaje con mucho amor y de algún modo sentí los diferentes momentos de expresiones de amor manifestadas. Gracias. Ximena 💖😘
Y Dios te va a seguir bendiciendo , por que sos puro amor que te das a los demás. Gracias Marina.te quiero.Tus palabras llegan al corazón. Kitty 😘🙅🏻♀️🌾🕊💚